sábado, 30 de agosto de 2008

Hipomenes y Atalanta, Guido Reni.


Clasicismo

El clasicismo es una corriente estética e intelectual que tuvo su apogeo en los siglos XVII y XVIII.

El clasicismo es uno de los pilares en que se apoya el Renacimiento, con una vuelta hacia las formas clásicas (griegas y romanas) en todas las artes. Esta vuelta se ve no sólo en las formas y estilos, es también una vuelta temática. Hay que pensar que el arte religioso había presidido el románico y el gótico, con lo que un arte más realista y cercano en la forma fue una revolución, lo que se conjuntó con temáticas más paganas, aunque a menudo cristianizadas.

Temas mitológicos pueblan las pinturas, las esculturas y la lírica desde finales del siglo XV, naciendo en Italia, pero propagándose rápidamente por Europa, también es tema clásico el bucolismo pastoril.

Se expresó en todos los dominios del arte, desde la arquitectura y la música hasta la pintura y la literatura. Suplantó progresivamente al Barroco, dejando espacio al Romanticismo antes de renovarse a través del Neoclasicismo

El clasicismo en pintura

En la pintura, y lo mismo que el caravagismo, el clasicismo es una reacción al manierismo que tiene su origen en Italia, donde surge el clasicismo romano-boloñés.


Hipomenes y Atalanta, Guido Reni, versión h. 1615-1625Tiene su origen en Bolonia, ciudad intelectual y universitaria que reacciona frente a las formas caprichosas del manierismo optando por una pintura más realista pero buscando la belleza ideal y la expresión de los caracteres y estados de ánimo como hicieron en el arte de la antigua Grecia o en el Renacimiento. En este punto se aleja del naturalismo caravagista.

Se difundió entre los eclesiásticos, pues se apartaba de la vulgaridad caravagista, y también en los medios cultos que veían la posibilidad de narrar historias mitológicas y alegorías.

Cultivó un tipo de paisaje sereno y equilibrado, en el que a menudo aparecen ruinas clásicas. Este paisaje «clasicista» o «heroico» se difundió especialmente en Francia.

Los boloñeses hermanos Annibale (†1609) y Agostino Carracci (†1602), así como su primo Ludovico Carracci (†1619) fueron los primeros cultivadores de esta corriente. Crearon la «Academia de los Deseosos» (después, «de los Encaminados») con la finalidad de enseñar a los pintores tanto las técnicas artísticas como una formación humanista. La obra maestra de Annibale Carracci, ejecutada con la ayuda de colaboradores, es la bóveda de la gran galería del palacio Farnesio, en Roma, inspirada por la Capilla Sixtina de Miguel Ángel.

Entre los principales seguidores de Carracci están Domenichino (†1641), Guido Reni (†1642) y Albani. Influidos por la pintura barroca están Giovanni Lanfranco (†1647) y la obra de comienzos de Guercino (†1666), quien posteriormente se convierte en un severo clasicista siguiendo el modelo de Reni.

Carlo Maratta (1625-1713) es el pintor que, a finales de siglo, sirve de enlace entre este clasicismo del Barroco con el neoclasicismo del siglo XVIII.

El clasicismo romano-boloñés se extendió a otros países, como Francia. El Clasicismo francés se divulgó especialmente durante el reinado de Luis XIV, siendo el estilo favorito de la corte parisina, mientras que entre la burguesía y la Iglesia de provincias arraiga el caravagismo. Se da en el último tercio del siglo XVII. Se considera que el fundador fue Nicolas Poussin (1594-1665), que vivió en Roma y gustó del estilo de los clasicistas romanos, especialmente de Domenichino. La pretensión fundamental es la de imitar los modelos de la Antigüedad pero unido a una tendencia barroca.

El otro gran maestro del clasicismo francés fue Claudio Lorena (1600-1682), que cultivó especialmente el paisaje. Influyó en corrientes pictóricas muy posteriores, como el Romanticismo y en el impresionismo.

Este movimiento se prolonga en el Academicismo a lo largo del siglo XVIII paralelamente al Rococó. Resurgirá en el estilo neoclásico.

El Clasicismo en música

En música, es considerado el estilo caracterizado por la evolución hacia una música equilibrada entre estructura y melodía. Su diferencia con la música barroca es que ya no son las mismas figuras musicales, todas rápidas. Ocupa la segunda mitad del siglo XVIII. Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven son sus tres representantes más destacados.


















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